Las virtudes de las aguas de esta zona eran de sobra conocidas por los pobladores originarios. Luego llegaron la dominación incaica, la conquista española, las guerra de la Independencia... y todos sus protagonistas, Güemes incluido, pasaron por ellas.
En marzo de 1880, el médico español Antonio Palau, que había arrendado las tierras, instaló las primeras casillas de madera e inauguró el “balneario”, el primero de Sudamérica. Fue todo un éxito. Diez años después, en un parque de 800 hectáreas boscosas, el hotel que hoy recibe a miles de turistas por año ya estaba de pie y funcionado.
El diseño y la construcción fueron obra de los notables arquitectos españoles (y tucumanos por adopción) Manuel y José Graña. Poco tiempo después, siguieron las piletas. Hoy forma parte del patrimonio arquitectónico de la provincia de Salta.
Los manantiales
Desde diversas profundidades fluyen nueve manantiales de aguas, cuya temperatura va de 26º a 99º, lo que permite ofrecer siete tipos de baños. Siete de las aguas también se pueden beber terapéuticamente.
El hotel cuenta con dos piletas en las que se combinan cuatro tipos diferentes de agua. Su uso está incluido en el precio de la habitación (como el desayuno, el gimnasio y las canchas de tenis). También funciona, desde hace 130 años, un pabellón de baños, para cuyo uso no se requiere hospedarse en el lugar. Allí, además de gabinetes individuales para baños, tenés a tu disposición distintas terapias y tratamientos.